viernes, 27 de mayo de 2011

Nada está escrito en la Copa Santander Libertadores


Existe una mística, una magia en la Copa Santander Libertadores que no la tiene ningún campeonato de clubes en el mundo, ni siquiera la Uefa Champions League, y es el papel del público en cada partido.
El marco que hubo anoche en el Estadio Centenario de Montevideo le erizó la piel a más de uno y recordó las épocas gloriosas del equipo más grande de Uruguay, ese que ganó 5 copas libertadores, 3 intercontinentales y en el que brillaron varias generaciones de jugadores uruguayos que llegaron a varias Copas del Mundo con la selección Charrúa.
Bengalas Rojas, ensordecedores cantos y cientos de banderas  componían el ambiente de un Centenario con más de 55 mil espectadores. De Argentina, llegaron cerca de 5 mil hinchas, cuya voz no se escondía a pesar de la gran desventaja numérica con los hinchas de Peñarol. Los equipos salieron y la neblina dificultaba la visión de los jugadores.
Se cumplió con el protocolo y cuando se despejó el humo de las bengalas el juez dio inicio al partido. En los primeros minutos, el balón no tenía un dueño claro y el encuentro era muy disputado en la mitad del campo.
La primera opción llegó cuando el volante uruguayo Mier sacudió el arco de Barovero, quien debió estirarse para sacar con su brazo derecho un difícil remate que por poco se clava en el ángulo. 

Todo presagiaba que Peñarol acorralaría a Vélez y le haría sentir la presión de la localía.
Sin embargo, el equipo argentino, mostrando gran experiencia y madurez empezó a congelar el partido, teniendo el balón y ensanchando el campo, gracias a la intervención de sus jugadores más sobresalientes en el ataque, Ricardo Álvarez, Augusto Fernández, el “Burrito” Martínez y con el apoyo de Papa y Zapata en las bandas.
Vélez empezó a generar claras opciones de gol, la primera en los pies del ex jugador del Cúcuta, “Burrito” Martínez, quien recibió un pase de Álvarez, después de una pared con Papa. El arquero de Peñarol, Sebastián Sosa rechazaría el balón.
Minutos más tarde, Papa recibe un pase del “Burrito”, que ingresa al área después de arrastrar la marca de tres defensores uruguayos y deja al lateral argentino de frente a Sosa, pero definió incómodo y elevó el esférico.
Peñarol respondió con Martinuccio, quien envió el balón al poste izquierdo de Barovero. La jugada la inició Mier, quien desde el costado derecho centró rasante, la zaga argentina deja pasar y el volante argentino al servicio del equipo uruguayo por poco abre el marcador.
Vélez seguía manejando el balón, Peñarol seguía concentrado en defensa y pacientemente esperaba para atacar. Su sapiencia tuvo fruto al minuto 44 cuando el experimentado lateral Darío Rodríguez cabeceó un centro de tiro de esquina al primer palo y el balón pasó al otro extremo, imposible para Barovero. Locura en el Centenario, decepción en Vélez y sobre todo en la cara de su entrenador Gareca. Concluía así la primera etapa.
Segundo Tiempo
La segunda parte iniciaba con un Vélez volcado al ataque, que tenía en sus volantes ofensivos y en su delantero estrella Silva, las principales armas de ataque. Los jugadores de Peñarol sabiendo de la importancia de llevarse una victoria, así fuese por un gol, y sin recibir ninguno en contra, quería cerrar el partido y si era posible buscar un segundo.
La terna arbitral se hizo notar cuando una jugada discutida terminó en gol de Vélez. El línea anuló la acción por una mano de Martínez,  que recibió un centro de Augusto Fernández , y en el aire movió la cabeza y la mano derecha simultáneamente, el balón le queda en el piso y remata cuando Sosa intentaba achicar.
El partido continúo, esta vez más enredado y disputado. Ambos equipos lucieron poco claros en la zonas definitivas del campo y ni Vélez con casi todos sus jugadores volcados al ataque fue efectivo para empatar,  ni Peñarol que usaba a dos jugadores únicamente para el ataque contra los pocos defensores que dejaba el equipo argentino en la parte posterior.
La serie está abierta y en Buenos Aires, Vélez buscara revertir el resultado mediante la tenencia de balón y la efectividad de sus jugadores ofensivos. Peñarol, intentará contener el poder goleador de los jugadores argentinos, con la férrea defensa, la garra y el deseo de ser finalistas, componentes que han marcado la historia del fútbol uruguayo.

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